MERECERÁ LA PENA

Distinto, un Domingo de Ramos distinto
este año voy a vivir.
No habrá túnica ni antifaz,
un cirio no cogeré, tampoco habrá costal.

Tú sabes mejor que nadie
de razones del corazón;
mejor que Tú nadie sabe
cuan solo y nervioso aquel padre,
aquel primerizo padre se encontraba.

En tus manos las puse,

nervioso, sólo, asustado.

En tus manos, veinticinco años ya:

"Por favor que no pase nada,

que nada pase, que salgan bien".

En unos días su cumpleaños será

veinticinco abriles, veinticinco ya.

Y cuando de Ti habla,

aún la cara se le cambia.

"Que no pase nada",

y hoy día, sana, feliz,

alegre y risueña sigue.

"Que nada pase",

y a día de hoy su voz,

sus llamadas sin venir a cuento,

sus risas y tonterías aquella promesa recuerdan.

Madre mía, te lo prometí

y las promesas se cumplen.

No te acompañaré el Domingo,

ni siquiera verte puedo.

No habrá azul ni fresco raso,

tambores de Arahal no escucharé,

no habrá cera ni sandalias,

la túnica guardada está.

Hace veinticinco años, veinticinco ya

y es hora de cumplir.

Cuando el próximo Domingo

encuentre mi hija tu mirada

díselo Madre mía, díselo.

Cuéntale porque su padre contigo no está.

Dile sonriendo a aquella nazarenita tuya, ya mujer,
porque acompañarte no puedo.

Dile a la niña de mis ojos

porque ni la cofradía puedo ver.

Cuando el Domingo os veáis

díle, hábla, cuéntale

que no es una tontería,

que ni lelo ni imbécil su padre es.

Háblale, cuenta, díle

que mi Semana Santa,

la que mis mayores me enseñaron

tiene más que ver con esto

que con música y costales,

más con promesas y amores

que con horarios y llamadores.

Madre mía, dame fuerzas el Domingo

y cuando junto a su madre la veas díselo;

cuéntale a las dos que un día pronto pasa

y sobre todo dile. . .que mereció la pena.