24 de julio de 2009

PIDO HUMILDEMENTE PERDÓN

Le pido humildemente perdón ilustre cronista y maestro,
caudillo y adalid de la sevillana esencia.
Le pido perdón avergonzado por mis gustos,
formas y maneras, indignas de un sevillano ser.

Forofo de un equipo de señoritos ganador de paragueros,
madrugador de Martes Santos para cofrades de pueblo ver,
lamentable dominguero de tortilla y filete "empanao".
Perdóneme por favor, aunque merecerlo no debo.

Por no creer en la nobleza de sangre heredada,
por ser de hermandades a las que pago (y encima con nazarenas).
Discúlpeme por no alabar su pregón del Maestranza
y por preferir tostada a calentitos de la Juana.

Sobre todo sé que no tengo perdón (en el alma me duele)
por no ser un clásico sevillano a su manera definido:
bajito, regordete y con gafas, ¿qué puedo hacer ya?.

Pero sobre todo, admirado poseedor de la eterna sevillanía,
le pido disculpas por pensar que aquí todos cabemos,
que si por su pluma fuera, todos Cernudas seriamos
y por creer a Sevilla tan romana cómo mora.

No obstante, para conseguir su perdón
y el diploma de magna sevillanía por usted expedido,
prometo no más usar polos ni bermudas, naúticos ni camisetas.
Y a partir de hoy vestir siempre, siempre vestir
como la gente de Madrid.