24 de marzo de 2010

VAPORES


Llevan un rato reposando las torrijas con miel de Arahal y vino Cigarrero.

Carmen ha terminado en la cocina y hasta el ordenador llegan aromas de bacalao nadando entre garbanzos o bajo tomate buceando, aromas que se mezclan con el olor sonoro del vapor de una plancha. Por el ruido, por el movimiento que intuyo, debe ser una capa lo que entre las manos tiene . . . ¿qué rondará por su cabeza?.

Siempre me he preguntado qué pasará por la cabeza de una mujer mientras pasa dulce y enérgicamente la plancha por las arrugas de esa prenda. Supongo que el primer pensamiento será a todas común: que la túnica sea la mejor de toda la cofradía, que nadie pueda ver ni una sóla arruga en el lienzo que oculta al ser querido. Pero . . . ¿y después?, ¿qué otros pensamientos afloran entre los sudores del vapor?.

La madre sonreirá mientras pasa una y otra vez la plancha por esa línea casi invisible que marca las veces que el bajo ha sido alargado, "Cómo siga creciendo así habrá que hacerle una nueva el año que viene". . . Mientras, la plancha de la esposa intentará suturar las heridas que en la túnica dejaron los años contados por estaciones de penitencia.

En tanto que surte de agua a su plancha, la madre volverá a sonreir, "Con el estirón, igual no lo conozco cuando vaya a buscarlo" . . . Antes que el agua se torne vapor, la esposa examinará los bajos con nostalgia, "La capa le arrastra, está menguando". Aunque él nunca lo sabrá porque será secreto el pacto entre las manos de ella y los imperdibles de los hombros.

De repente, frunciendo el ceño, la madre su planchado frenará, "Este año lleva cirio grande, ¿y si me lo cambian de tramo y no puedo encontrarle?" . . . También de golpe la esposa para, y con una muesca de enfado en su semblante reza porque este año los niños de los ciriales no se echen encima del último tramo y pongan perdida la túnica de su marido.

Ya está acabando la madre, sabe que a lo largo de esta semana tendrá que darle otro ligero planchado porque cada vez que su hijo entre en el cuarto tocará, descolgará y arrugará la túnica. Mientras, el vapor oculta los ojos de la esposa cuando, ya terminando, viene a su mente la certeza de que algún día, cada vez más cercano, volverá a cumplir con el rito de planchar esa vieja túnica . . . rompiendo la regla de hacerlo en la Cuaresma.

Ya no huele el vapor. Entra Carmen en la habitación con brillantes ojos y sonrisa cansada, "Ya está planchada, ¿vienes a probarte el escudo de la capa para que te lo cosa?".

A todos aquellos que nunca comprendieron por qué su Abuela, Madre, Esposa o Novia se "cansaba" tan pronto cuando "sólo" eran las dos de la mañana de un día cualquiera de la Semana Santa.

7 comentarios:

Diego Romero dijo...

Esto sí que es un pregón íntimo.

Servidor también ha visto a una hija planchando la túnica de un padre para una última estación de penitencia... con una cabeza llena de pensamientos y recuerdos.

Un saludo.

Reyes dijo...

Sin palabras, Carmen encierra a la mujer sevillana que está al lado de cualquier cofrade.
Te contaré un secreto, cuando yo plancho las dos túnicas pilateras de mis hijos sólo tengo una cosa en la cabeza, lo que me gustaría que alguna vez, saliesen en la Amargura.

Besos. Me alegro mucho de volver por aquí.

Carmen dijo...

Una entrada preciosa, Luis.
Se piensan muchas cosas, pero la principal es que no llueva y no porque importe el tiempo que has estado cosiendo y planchando, eso es lo de menos. Aún recuerdo un Domingo de Ramos, que amaneció nublado, la cara de mi hijo era un poema, entonces se me ocurrió decirle que no se preocupara, que no iba a llover, que tenía que escuchar a los pajaritos y que si estos cantaban, no llovería. Los pájaros cantaron su cara se transformo y no llovió, (pura casualidad porque me lo había inventado). Pero desde entonces los nublados de los Domingos y los Jueves, fueron distintos.
Yo me siento recompensada cuando en la puerta y antes de que mis nazarenos se pongan el antifaz, me dan un beso, solo con un beso.

Carmen

Calleferia dijo...

También las hijas Diego, también. Pero el que sabe de pregones íntimos eres tu:
"Ángeles de Santa Ángela:
Camino Verdad y Vida.
Siempre el camino mas corto,
cual regla de cofradía".
Un abrazo.

Y alguno saldrá Reyes. Lo malo es que una vez en calle Feria hagan cómo su abuelo y se hagan de Montesión en vez de hacerse de Santa Catalina.
Un beso

Todavía recuerdo la cara de Luis la primera vez que se quedó sin salir por la lluvia. . . y es que ese año los pajaritos no cantaron.
En tres días, a eso de las dos de la tarde, escuchare el "Buena Estación" tras un beso.

sevillana dijo...

Que de recuerdos cuando mi madre planchaba las túnicas de mis hermanos y mi padre y las colgaba para que ya no se arrugaran de las lámparas.
Y acto seguido se marchaba para la cocina para ir empezando a preparar las torrijas y unas bolitas rellenas de bacalao y piñones.
Ellas eran y serán también la esencia de nuestra Semana Santa.
Besos

devalencia dijo...

Es la primera vez que te escribo en el blog y no se si debería hacerlo porque me siento cómo una extraña entre vuestros sentimientos.
Poco a poco voy comprendiendo lo que la Semana Santa significa para los sevillanos y con textos como los tuyos me doy cuenta de que es algo mucho más profundo de lo que por aquí nos cuentan.
Un saludo sincero.

Calleferia dijo...

Querida Sevillana.
Conociendo a tu hermano Pepe, seguro que protestaba porque la túnica no le quedaba bien o tenía alguna arruga.
Un beso.

Bienvenida DeValencia. Ahora por aquí tenemos la misma ilusión y los mismos nervios que tenías vosotros hace un par de semanas.
Un saludo