A menudo, cada vez más a menudo necesito mirar hacia Anfield. No sé si será porque por aquí la competición está más que adulterada, no sé, quizás sea porque por allí el reparto televisivo es muy equitativo. Tálvez sea porque mi concepción del futbol sea más mística que económica, más de sueños que de realidades, más de fantasmas por el cesped que de fantasmones en los despachos. No lo sé, pero cada vez miro más hacia Anfield Road.
Esta temporada vi más partidos de los Reds que de los de Nervión, me identifiqué más con la gente the The Kop que con la del Sanchez-Pizjuán, me emocioné más con los del Merseyside que con los del Guadalquivir.
En sus orígenes, el Liverpool era el equipo de los católicos británicos; si os fijáis, en las ciudades inglesas donde hay más de un equipo, uno será siempre rojo (católico) y otro azul (anglicano); Liverpool vs Everton, United vs City, Arsenal vs Chelsea, Aston Vila vs Birmingham City. Supongo que algo de eso influyó en un niño católico apasionado por el inglés . . . pero había algo más.
Hoy en día, los chavales béticos o sevillistas simpatizan con el Chelsea, con el Manchester (pronúnciese iunaitid), con el City o incluso con el Tottenham (dígase totjm). Hasta mi hijo, después del Sevilla es del Arsenal y cuando va a Londres lo primero que hace es acercarse al Emirates; pero eligen esos equipos porque . . . sólo saben de fútbol.
Y el Liverpool es más, es mucho más.
Cuando unos jugadores en el tunel tocan una pared con la leyenda "This is Anfield" y luego la mano se besan, eso sólo pasa en Anfield. Allí, nunca se abandona la grada mientras los Reds están sobre el cesped, sea cual sea el resultado. En Anfield jamás se chilla a tus jugadores porque llevan el escudo que hizo llorar a tus padres y abuelos, a tus madres y abuelas porque si miráis, os daréis cuenta que van generaciones enteras al fútbol.
Allí, en las gradas nunca se pita al portero contrario: se pondría nervioso y eso sería jugar sucio. Allí en The Kop no vereis banderas inglesas porque la única patria reconocida se llama Liverpool FC. Aunque os suene raro, en The Kop los servicios sólo abren en el descanso, si aparece una imperiosa necesidad se pide a los vecinos de grada que hagan un hueco y punto porque al equipo no se le deja mientras está jugando (por eso en ese fondo, en The Kop, pocas mujeres veréis).
Allí en Anfield, en la temporada 63/64 había un viejo casette con cinco canciones para animar a la gente; hacía dos años que se había subido de segunda y los Reds pasaban por primera sin pena ni gloria. En el descanso de un partido, el casette se rompió . . . pero no la música. La gente empezó a cantar una de las canciones de aquel viejo aparato. Esa canción se llamaba You´ll Never Walk Alone . . . y la liga se ganó ese año.
En Agosto le presentaré Anfield a Carmen, ella llevará su casaca roja del Sevilla, yo mi vieja bufanda del Liverpool. Los dos cantaremos Fields of Anfield Road, los dos nos emocionaremos y le presentaré a los viejos fantasmas de Anfield, esos fantasmas que saben de mística y no de euros, de casta y barro que no de filigrana y clase. Le presentaré al viejo Bill Shankly para que le explique el por qué de su frase más eterna, que le diga el por qué de una frase que identifica a un escudo, a un sentimiento que nunca caminará solo, que le cuente porque allí, en Liverpool y sólo allí, en Anfield Road "El Fútbol no es una cuestión de vida o muerte . . . es algo mucho más importante"